El monasterio más antiguo de la ciudad de Jaén: ocho siglos de historia en la clausura
PATRIMONIO
El convento de Santa Clara, ubicado en plena Judería, es conocido por sus dulces y por albergar una de las tallas más devotas de la Semana Santa jiennense
Estos son los dulces artesanos del Convento de Santa Clara en Jaén
Cada 11 de agosto, fecha en la que se celebra la festividad de Santa Clara, resurge en el velo del tiempo una de las costumbres más peculiares y arraigadas entre las familias jiennenses. Se trata de ofrecer huevos a esta devota santa con el fin de "asegurar" un día soleado, una demanda especialmente solícita entre los novios que desean buen tiempo para el día de su boda. Lo cierto es que esta tradición se repite en numerosos puntos de la geografía andaluza, si bien pone en el mapa de Jaén un edificio que a menudo pasa desapercibido para los viandantes.
El Real Monasterio de Santa Clara, ubicado en lo que en otro tiempo fuese la Judería jiennense, fue fundado por Fernando III 'El Santo' tras la conquista de Jaén en 1246, aunque inicialmente se levantase en el extrarradio de la ciudad, conocido entonces como el 'Arrabal de las monjas'. Posteriormente, como consecuencia de los ataques nazaríes a finales del siglo XIV, su comunidad de clarisas se acabó trasladando a su actual emplazamiento.
Sobre unos antiguos huertos se levanta hoy el convento más antiguo de la capital: con casi ocho siglos de historia que atesoran un patrimonio singular. Una antigua sinagoga reconvertida en la desaparecida iglesia de la Santa Cruz reduce su presencia en el lugar a través de un muro de sillares que combate y resiste a los avatares del tiempo desde su recinto, ampliamente reformado en las últimas centurias.
Entre sus paredes y bajo una clausura indómita las hermanas clarisas mantienen una vida contemplativa perseverante, combinando la oración con labores artesanalmente significativas, como la elaboración de dulces y bordados que sostienen económicamente a la comunidad. Son bien conocidos, por ejemplo, los roscos de Asís, hasta el punto de que cuentan con un servicio de reparto a domicilio.
Un legado artístico
Si algo llama la atención de este inmueble religioso es su disposición arquitectónica, de manera que logra ocultar al viandante la dimensión artística de su interior. El templo del convento, al que se accede desde el patio principal, presenta una sola nave rectangular cubierta por un magnífico artesonado mudéjar. Este detalle constituye uno de los elementos más destacados del conjunto.
La iglesia cuenta con un coro alto y un coro bajo también ornamentados con artesonado mientras que el retablo actual, obra de Francisco Palma Burgos y datado en 1958, reemplazó al perdido durante la Guerra Civil e incluye una hornacina con la imagen de Santa Clara. Durante el tiempo de Adviento es ampliamente conocido entre los vecinos el enorme Belén que se expone en su nave hasta concluir la Navidad.
Por otra parte, destaca el claustro del edificio, con líneas elegantes y un jardín central coronado por un ciprés monumental y una estatua de la Virgen. Este espacio, junto con el huerto adyacente, conserva el ambiente de tranquilidad y el recogimiento característico de la vida conventual, tan solo interrumpido por el canto de los pájaros y, si acaso, el lejano ruido de algún vehículo cruzando por las calles del centro.
Devoción de clausura
En el interior del monasterio recibe culto uno de los iconos más venerados de la Semana Santa jiennense: el Santísimo Cristo de las Misericordias, también conocido como el 'Cristo del Bambú'. Se trata de una talla anónima de un crucificado del siglo XVI que ejerce como titular de la hermandad de los Estudiantes, atribuida por algunos estudiosos a la gubia de Salvador de Cuéllar o Juan Bautista Vázquez 'el Viejo'. Ha sido restaurado en varias ocasiones: en 1947 por Martínez Cerrillo, en 1979 por Miguel Arjona Navarro y en 1998 por María José López de la Casa.
Su relevancia queda patente cada Lunes Santo, jornada en la que procesiona desde la iglesia de La Merced junto con la Virgen de las Lágrimas y la Tuna Universitaria. Sin embargo, no todo el público cofrade conoce el hecho de que esta imagen pertenece en realidad a la comunidad clarisa, motivo por el que es trasladada únicamente en los días previos mediante un Vía Crucis penitencial para regresar al monasterio el mismo Martes Santo. Se puede decir así, por tanto, que son las propias hermanas de Santa Clara quienes ceden uno de sus mayores tesoros para la veneración del pueblo jiennense cada año.
Temas relacionados
No hay comentarios