Hombres buenos en los partidos

01 de diciembre 2025 - 03:08

Hace casi un año, (el 16 de diciembre) fallecía en Sevilla Miguel Ángel Seda, el histórico recepcionista de la sede regional del PSOE dejando una gran desolación entre sus compañeros que lo recordaban entre lágrimas y resaltaban su bondad y cariño.

Esta misma semana, en la sede regional del PP había una fiesta importante, la de la jubilación de Manuel Cabrera, quien también atendía la puerta de la casa de la calle San Fernando. Disfrutaba ahora de las vacas gordas pero era de los que habían trabajado en la modesta sede de la calle Rioja donde no había medios de ningún tipo. Pero de ninguno porque cuando llegó allí no había ni fax.

Además del cariño y el respeto de sus compañeros, Miguel Ángel Seda y Manuel Cabrera, Manolo, están unidos por un hilo de oro. Los dos han trabajado con honestidad y honradez defendiendo las ideas que profesaban, cada uno en una acera pero con la misma integridad moral. En estos tiempos en los que se habla de empatía y a los grandes líderes se les recomienda leer libros de gurús que les explican que deben ser amables, Miguel Ángel y Manolo podrían ser los abanderados de una campaña en redes.

Porque ambos recibían siempre con una sonrisa, una palabra amable o un detalle personal. Y eran particularmente cuidadosos con los periodistas. Cuando no era un bolígrafo, era una agenda, un regalito de Navidad (esa famosa botella de aceite del PP que no ha faltado ni en los malos tiempos) o una pregunta por los estudios de los hijos.

Pero lo más importante era lo que quizás ahora han olvidado los partidos: la prensa es imprescindible para una sociedad libre y democrática. Y en esos pequeños detalles de atención a quienes están en las trincheras informativas, tratándolos con respeto y facilitándoles el trabajo, es donde se demuestra la verdadera cara de la tolerancia y la apuesta por la libertad.

Porque los periodistas somos mucho más que una alcachofa televisiva y molesta, mucho más que un recurso a explotar cuando les interesa y a opacar cuando no. Mucho más que una fuente receptora de informaciones filtradas con intereses muchas veces espurios. Hay en los partidos quien lo sabe bien. Lo malo es que también hay quien no.

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