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Se lo advirtió Miriam Nogueras a Pedro Sánchez en la sesión de control del pasado miércoles: el presidente estaba promoviendo el cambio de hora, pero lo que debía preocuparle era que Junts creía llegada la hora del cambio.
Puigdemont estaba decidido a cumplir su amenaza, dejar de apoyar a un presidente que, explicaba Nogueras, no cumplía sus promesas. Junts anunciaba así que daba por roto el llamado Acuerdo de Bruselas al que había llegado Puigdemont con los enviados de Pedro Sánchez: Zapatero, Santos Cerdán y un mediador polaco. Hoy, la ruptura es un hecho y parece que es irreversible. Moncloa lanza el mensaje de que la única ruptura que podría sufrir el Gobierno es la que afectaría a la coalición con Sumar.
Por cierto, el digital El Confidencial publica que PSOE y Sumar están dando vueltas a la posibilidad de presentar listas conjuntas al Congreso en una treintena de provincias en las que el PP sale favorecido por la aplicación de la Ley D’Hont. De confirmarse, ya puede Feijóo sacarse alguna fórmula de la manga si quiere ser presidente del Gobierno. Por muy mal que esté el PSOE, y peor todavía Sumar, un acuerdo electoral entre los dos partidos incrementaría sensiblemente su número de votos y de escaños.
Se ha cumplido lo que avanzaban los dirigentes de Junts. De la reunión de Perpiñán ha salido lo que quería Puigdemont, el fin del apoyo a Pedro Sánchez, que deberán respaldar los militantes en una consulta. No es especialmente grave, hace meses que Junts ha provocado los nervios del sanchismo al llevar al límite las negociaciones para darles su respaldo en el Congreso, y en varias ocasiones esas negociaciones no han dado fruto y los independentistas catalanes han votado en contra de las iniciativas parlamentarias del Ejecutivo. Sánchez hace tiempo que declaró que se podía gobernar al margen del Parlamento y lo está haciendo, pero su descrédito es creciente.
En Junts tampoco corren buenos tiempos. Aparte de las deserciones de los últimos meses, un sector del partido, con Turull a la cabeza no está muy conforme con la decisión. Que llega acompañada de un anexo: el fin del apoyo a Sánchez no significa que apoyarían una moción de censura promovida por PP y Vox. La hora del cambio por tanto tendrá menos enjundia de la que parece. Lo único que le importa a Sánchez es mantenerse. Y si eso significa que no puede aprobar ninguna ley… pues no se aprueba. Lleva tres años sin presupuestos, la ley más importante de un Gobierno, y ahí sigue.
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