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La quiniela es mi cuaderno de bitácora. La de la jornada 71 incluye los cuatro partidos de cuartos de final del Mundial de Clubes y once encuentros de las Ligas de Suecia y Noruega. Cinco noruegos y un sueco formaban la expedición de la Kon-Tiki. Una embarcación construida con balsas extraídas de unos árboles de la selva ecuatoriana de Quevedo con la que pretendían emular quince siglos después el viaje que indígenas del Perú muy anteriores a los incas hicieron hasta la Polinesia.
El promotor del viaje, Thor Heyerdahl, narró la odisea náutica en el libro La expedición de la Kon-Tiki. Fue una de mis primeras lecturas infantiles en una edición ilustrada. Nunca se me olvidó la sonoridad de la embarcación, que a su vez da nombre al Sol polinesio erigido en divinidad. Mi mujer me regaló el libro, que terminé de leer el 21 de febrero de este año. En abril moría el escritor peruano Mario Vargas Llosa y en mayo un obispo del Perú nacido en Chicago se convertía en el segundo Papa americano de la historia.
Heyerdahl viajó hasta Nueva York. Se alojó en el Hogar de los Marineros Noruegos, junto al Metro de Brooklyn, para empezar a darle forma a su aventura. Necesitaba otros cinco cómplices tan locos y osados como él. Se puso a buscarlos, como Lee Marvin en Doce del Patíbulo o Jesús de Nazaret en Doce del Cenáculo. Los seis aparecen fotografiados en el libro: los noruegos Knut Haugland, Erik Hesselberg, Torstein Raaby, Herman Watzinger, el propio Heyerdahl, y con ellos el sueco Bengt Danielson, al que incorporaron tras participar en una expedición científica sueco-finlandesa entre indios de la selva en regiones del Amazonas. Sus apellidos son tan impronunciables como algunos de los equipos de la quiniela: Stromsgodset, Fredrikstad, Kristiansund, Hammarby, Elfsborg…
La Kon-Tiki salió del puerto limeño de Callao el 27 de abril de 1947. La botella de champán la había guardado Torstein y tuvieron que bautizar la botadura con leche de coco. 97 días de expedición. Por medio, la visita de Eva Perón a España. Llegó al aeropuerto de Barajas el 8 de junio. Los navegantes se las vieron con ballenas, tiburones, pulpos. Poco después de llegar a la Polinesia, el toro Islero acabó con la vida de Manolete en la plaza de toros de Linares. Y el 12 de octubre de ese año, el palacio de Dueñas acogió el convite de la boda de la duquesa de Alba. El mismo escenario de la cena del presidente del Gobierno a los asistentes a la cumbre de la ONU.
El noruego Heyerdahl visitó la sede de Naciones Unidas, que se había constituido un año antes de la partida. El primer secretario general, el noruego Trygve Lie, se acercó al saber que eran compatriotas suyos. Le llegaron a invitar. Unos nórdicos que salen del Perú hasta la Polinesia es una metáfora de la ONU. La aventura tuvo un final feliz. Un carguero noruego, el Thor I, fue desde Samoa hasta Papeete, capital de Tahití, para llevar a los cinco noruegos, el sueco y un loro de vuelta a las Américas.
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