La ola abortista

03 de octubre 2025 - 03:12

Una de las grandes victorias retóricas del progresismo global es haber convertido el aborto libre y gratuito en un dogma de fe, fuera del cual es imposible ser considerado como una persona civilizada. Sin embargo, y pese al estigma que supone declararse pro-vida en la sociedad actual, son millones de personas las que no tragan con que una medida claramente eugenésica sea considerada como una de las cumbres de la emancipación de la mujer. Soy consciente de lo complejo que es el asunto, de la enorme casuística que existe y de que en estas cuestiones no valen los argumentos simples. Pero son precisamente los abortistas los que han optado por una simplicidad de panzer en la que no hay matices. Solo un “derecho” –le llaman así– que se impone sobre cualquier otra consideración y, por supuesto, sobre al derecho a la vida del nasciturus. A veces, la calidad de sus argumentos es del tipo “tú no puedes hablar, porque no eres mujer”. Digno de Aspasia de Mileto.

Estos días acudimos a una batalla en la comunidad de Madrid porque su presidenta Isabel Díaz Ayuso pretende que se informe a las embarazadas sobre un llamado “síndrome posaborto”. Los enemigos de la medida dicen que tal síndrome no existe de una manera clara y específica, lo cual no quita que haya distintos efectos físicos y psíquicos que suelen aparecer tras la interrupción del embarazo (voluntaria o involuntariamente). Ahí está el debate.

Pero esa no es la cuestión que hoy nos interesa. Una vez que se ha consumado el aborto, los síndromes posteriores tienen un interés menor. El problema son las 106.172 interrupciones del embarazo que se practicaron en España durante 2024, muchas de las cuales se podrían haber evitado con una mejor educación sexual o mayores asistencias psicológicas y compromisos de ayudas. Pero hace tiempo que se ha normalizado el aborto como una práctica médica más, quizás dolorosa psíquicamente, pero completamente aceptable.

¿Y la derecha? Durante mucho tiempo ha sido la que ha tenido el honor de levantar el estandarte contra el aborto, pero no es inmune ante esta ola abortista que ya lo inunda todo. Algunos no aguantan que en las tertulias de moda y en los bares chics les señalen como carcas, aunque todavía quedan grandes bolsas de resistencia debido a unas raíces cristianas que, el día que desaparezcan, convertirán a la derecha en una mera patronal sin empresas.

stats