Quizás
Mikel Lejarza
Sancho Panza en ‘El Hormiguero’
La Barqueta
Pilar Alegría –que estos días parece más un velatorio–, se está luciendo con sus ataques a la Justicia por el caso Begoña, esposa del presidente, que ha sido imputada por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Dijo el pasado miércoles la portavoz del PSOE, con su conocido gracejo, que en el PP no deberían hablar de la corrupción de su partido, por su currículo. ¿Y el Partido Socialista sí puede hablar de la corrupción de la derecha?
Que haya corrupción en el partido de Feijóo no quiere decir que como partido de la oposición no puedan denunciar la de los socialistas, en concreto de la histórica formación de Sánchez, el partido en el Gobierno. Están hasta las trancas, porque es la primera vez que se ha sido imputada por corrupción y tráfico de influencias la mujer de un presidente y, sobre todo, porque Sánchez puede caer como consecuencia de este caso y eso significaría no solo perder el poder sino tardar en volver a tenerlo.
¿Confiamos los españoles en la Justicia, la nuestra, en el Poder Judicial, en los jueces? Parece que no, en general, sobre todo en estos últimos años, desde que Sánchez llegó y dijo aquello de “¿Quién manda en la Fiscalía? ¿Quién? Pues eso”, que nos dejó helados. El asunto es de una tremenda gravedad porque si dejamos de creer en la Justicia mejor será que no sigamos hablando de calidad democrática como si lo hiciéramos de boquerones en vinagre.
Sería aceptable y comprensible que la ciudadanía debatiera sobre si tenemos o no una justicia acorde con la democracia. Incluso los medios de comunicación social. Pero lo que cuesta entender es el lamentable espectáculo que están dando los políticos, con líderes de la izquierda y ministros atacando a los jueces, hablando de “cacería política” o “persecución”, contando con los medios afines. Nunca había estado todo tan podrido como en estos años.
La democracia está a punto de saltar por los aires, porque Sánchez no se va a ir a su casa. Llegó al poder por la corrupción del PP, prometió regeneración y otra manera de hacer política, y tiene ahora la corrupción en casa, digamos presunta, aunque el hecho de que su mujer haya sido imputada y que su hermano el músico esté siendo también investigado es ya de una tremenda gravedad. Esto empieza a oler a democracia bananera, con claros asomos de que la libertad está en peligro.
La estrategia socialista es culpar a los jueces y a la derecha. O sea, que la mugre salpique para otro lado. Encantados con la ideología del juez Castro, ahora en las listas de Sumar, la peligrosa es la de Peinado.
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