El robo del siglo

21 de octubre 2025 - 03:08

Hay días que los políticos descuelgan el teléfono y, al escuchar el mensaje, comprenden que el oficio obliga a afrontar situaciones de las que no se puede salir con el prestigio impoluto.

Francia va a tardar en reponerse, pero Emmanuel Macron es posible que no se recupere nunca de haber sido el presidente francés que no pudo impedir durante su mandato que cuatro ladrones sortearan todas las medidas de seguridad del Louvre y robaran algunas de las joyas más emblemáticas de Francia, las de Napoleón III y su esposa la emperatriz española Eugenia de Montijo.

Macron ha sufrido, como presidente, gravísimos atentados islamistas, un movimiento de chalecos amarillos con manifestaciones masivas que convulsionaron la ciudadanía, y se ha visto obligado a retirar su ley estrella, la reforma de las pensiones. Todos ellos asuntos demoledores para un político. Sin embargo, difícilmente superará esa imagen de la escalera extensible que permaneció durante horas en una de las fachadas del Louvre, por la que se colaron a través de una ventana los tipos que han llenado de vergüenza a los franceses. El Louvre guarda lo mejor de Francia, obras que forman parte de la historia del mundo.

Todo en siete minutos, dos motos y mucho arte para preparar y ejecutar el Robo del Siglo en un museo que empezaba a llenarse de visitantes, docenas de guardas y vigilantes. Los ladrones ni siquiera anularon las alarmas.

La grandeur de Francia ha quedado mal parada, su orgullo muy tocado, y también su Gobierno recién nombrado. Por no mencionar sus servicios de información. La ministra de Cultura, la carismática Rachida Dati, apareció desolada intentando dar explicaciones, sin éxito. Porque no hay explicación posible.

Al mundo entero le duele la pérdida de joyas de valor incalculable porque, a sus piedras preciosas, se suma su historia. Pero el dolor, más que a nadie, afecta a los franceses, que llevan tiempo sin levantar cabeza, lo que provoca que cada día que pasa Emmanuel Macron ve cómo se incrementa su impopularidad.

Lo ocurrido en el Louvre es inquietante para él. Como político, debe saber que se puede superar un error, una decisión mal diseñada, incluso una catástrofe. Pero el ridículo es letal, más aún cuando las redes sociales entran en juego, con memes y descalificaciones personales.

El ridículo deja huella eterna. Y la huella del robo del Louvre a plena luz del día, con una escalera y una radial, ha sido de las que no se borran.

stats