Crónica personal
Pilar Cernuda
Salazar, otra pesadilla
Que no confíe excesivamente Pedro Sánchez en su capacidad de seducción. A Trump, desde luego, no se le seduce con negativas, mucho menos cuando están relacionadas con la seguridad y la Defensa. El presidente español ha jugado a la rebeldía durante mucho tiempo, pero al final no ha tenido más remedio que rendirse. O medio rendirse. Ha aceptado sumarse al grupo de países europeos que comprará armamento a Estados Unidos destinado a Ucrania.
Trump pidió al secretario general, Rutte, que pusiera orden en las cuentas españolas, y aunque Sánchez se encogió de hombros, su ministra de Defensa, que conoce mejor que el presidente cómo se las gastan los gobernantes en las cuestiones de Defensa, sobre todo con dos guerras que afectan a los cimientos de la OTAN, declaró que España sí dedicaría a la Defesa más del 2% del PIB que dedica ahora. No se aventuró a pronunciar las palabras 5%, que es lo que tendría que pagar España, pero sí ha dado una muestra de relativa sensatez. No se puede pertenecer a un club sin cumplir las condiciones que se exigen para formar parte de ese club.
Trump fue muy claro con Mark Rutte: “España no está jugando en equipo”, e incluso, muy poco fino, el presidente americano llegó a pronunciar la palabra expulsión. Lo de fino es porque Trump parece no conocer las normas de la OTAN porque el Tratado atlántico no contempla la expulsión. Y Sánchez, a pesar de su actitud de enfrentamiento que va más allá de su acreditada antipatía hacia Trump –que es mutua– no solo no piensa en la salida sino que ahora, además de aceptar lo que le exigen el resto de los miembros, ha declarado que desde que él es presidente “cumplimos”.
Su negativa a asumir lo que otros socios han asumido, destinar el 5% del PIB a la Defensa, no le ha convertido en el miembro más popular de la OTAN. El que más y el que menos se han rascado el bolsillo, en la mayoría de los casos con gran sacrificio. Y también con la espada de Damocles sobre sus cabezas, porque es sabido que los votantes de izquierda no suelen aceptar de buen grado a un gobernante que da la necesaria importancia a las cuestiones de defensa y seguridad.
Finalmente Sánchez ha aceptado las reglas del juego. A regañadientes, eso sí. Y presumiendo de cumplir sus compromisos. Es incapaz de abrir la boca sin mentir…
También te puede interesar
Crónica personal
Pilar Cernuda
Salazar, otra pesadilla
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
La lluvia en Sevilla
Carmen Camacho
Nadie al volante
El mundo de ayer
Rafael Castaño
El grano