Turull: del bar al gym

27 de septiembre 2025 - 03:11

No deberíamos perder mucho el tiempo con las tonterías de Turull. Cada vez que un independentista catalán quiere galvanizar a los suyos se acuerda de Andalucía para activar los viejos estereotipos de la flojera mora. Es como cuando Pedro Sánchez quiere provocar el aplauso de sus adictos. Basta con acordarse de la conspiración judeo-ultraderechista y la concurrencia se quita el cerebelo y se pone a tremolar las banderas rojas como si no hubiese un final.

Ya saben que Jordi Turull, el secretario general de Junts –el partido golpista al que Sánchez le debe el Gobierno– aprovechó este viernes una alcachofa que le puso por delante TV3 para situarse en el centro de la polémica y espantar el sorpasso que por su derecha le puede dar Acció Catalana. “Con el dinero de los catalanes, los andaluces subvencionan el gimnasio y el perro de compañía”, dijo tan ricamente. Puestos a ser optimistas –es fin de semana– se observa un notable avance en la valoración de Andalucía por parte de los lazis. Recuerden que el muy moderado y desaparecido Durán Lleida afirmó en su día aquello de que los andaluces vivían del PER y pasaban “toda la jornada en el bar del pueblo”, mientras que los payeses catalanes no podían recoger la fruta por los bajos precios. Hemos pasado de la imagen irredenta del jornalero pícaro y vagoneta, sorteando la jornada entre botellines de Cruzcampo, comentarios futbolísticos y tientos a la suerte en las tragaperras, a la del andaluz moderno que desahoga sus afectos con las mascotas y acude todos los días al gym del barrio vestido de Decathlon. Eso sí, los catalanes son los que siguen pagando.

El esputo de Turull es una actualización de la manida fake“Espanya ens roba” (desmondatada convenientemente por Josep Borrell en su libro Las cuentas y los cuentos de la independencia), pero adaptada a los nuevos tiempos en los que la batalla ya no es Cataluña contra el resto del país (esa la perdieron), sino el gran pastel del cupo catalán. Cataluña necesita una financiación diferenciada al resto de España porque no es tolerable que los nobles payeses estén pagándole las mancuernas y el Dog Chow a los parásitos de los andaluces, que solo sirven para algo cuando se ponen a las órdenes de la patronal catalana.

El problema no es que el señor Turull diga esas cosas tan inconvenientes. El problema es que pertenece al partido que usa el Gobierno de España como muleta; el mismo al que san Zapatero acude a negociar con su sonrisa beatífica. Pero él es de León, que no es lo mismo.

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