Crónica negra de Jaén (X): mató a su casero y quemó la vivienda “por brujería”

En febrero de 2019, los bomberos sofocaron por dos veces un incendio en una casa del casco antiguo de Martos y, al entrar, encontraron restos humanos: eran los del dueño del inmueble, que llevaba un día desaparecido

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Habib M. mató a su casero y quemó la vivienda en la que residía en la calle de La Peña de Martos.
Habib M. mató a su casero y quemó la vivienda en la que residía en la calle de La Peña de Martos. / Europa Press

Todo comenzó con una llamada al 112 en torno a la medianoche, la delgada línea temporal que separaba el 1 y el 2 de febrero de 2019. Un vecino de Martos marcó el número de Emergencias para alertar de un incendio en una casa de la calle de La Peña, no muy lejos del Ayuntamiento, en pleno casco antiguo de la ciudad tuccitana. Varias personas vieron salir corriendo de allí al inquilino, un hombre de origen magrebí. Les pareció raro que el tipo no pidiera ayuda. Los bomberos de Martos y los de Jaén, apoyados por la Guardia Civil y la Policía Local consiguieron, en principio, sofocar las llamas ante la atenta mirada de varios vecinos, aunque la vivienda quedó totalmente calcinada. Quizás, pensaron los bomberos y los policías, el inquilino había hecho una hoguera para calentarse y se le había ido de las manos.

El 112 recibió otra llamada horas después, sobre las nueve de la mañana: el incendio se había reavivado. El dispositivo de emergencia volvió a desplazarse a la misma casa del laberíntico mapa marteño. Los bomberos hicieron de nuevo su trabajo y extinguieron el fuego. Cuando entraron en la casa, parte de cuyo techo se había derrumbado, se llevaron una macabra sorpresa. Entre el humo y los escombros del número 5 de la angosta calle de La Peña había restos óseos de una persona. De su tronco, en concreto. Las autoridades lo confirmaron a primera hora de aquella fría tarde invernal de 2019.

Era imposible que aquellos huesos fueran del hombre que vivía en el inmueble. Los vecinos lo habían visto huir poco después de declararse el incendio, y eso lo convirtió en el principal sospechoso de haberlo provocado, así que la Guardia Civil empezó a buscarlo por todo el pueblo. Se llamaba Habib M. La primera hipótesis que se barajó fue que los restos pertenecían al dueño de la casa, un hombre marroquí de casi 70 años que llevaba viviendo en Martos varias décadas y que estaba en paradero desconocido desde el mediodía previo al incendio. Su familia, de hecho, había denunciado su desaparición ante la Guardia Civil: el hombre había ido a comer a la casa de la calle de La Peña por invitación de su inquilino y no había vuelto a su hogar. La Policía Judicial tomó las necesarias muestras de ADN para corroborar o descartar esa teoría. En todo caso, la Guardia Civil logró detener pasadas las dos de la tarde a Habib. Se le empezó a investigar como sospechoso no sólo de haber prendido fuego a la casa, sino también de haber matado a su casero.

Escuchaba voces y veía demonios

Él mismo confesó el homicidio durante el interrogatorio al que le sometió el Instituto Armado, según confirmó a los medios dos días después la entonces subdelegada del Gobierno de España en Jaén, Catalina Madueño. Aquel 4 de febrero, el detenido prestó declaración en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Martos. El tipo reiteró ante el juez que había matado a su casero pegándole martillazos en la cabeza, tras lo cual llevó el cadáver al corral de la casa y le prendió fuego para ocultar todo rastro del crimen. Ese fue el origen del incendio que destruyó la vivienda. Pero, más allá de eso, aquel testimonio cobró especial relevancia por las extrañas razones que, según el arrestado, le llevaron a consumar el homicidio.

Habib explicó que coleccionaba objetos ocultos o tesoros que encontraba gracias a una habilidad especial, pero que su casero se los quería arrebatar embrujándolo y sometiéndolo a una especie de mal de ojo que, entre otras cosas, le hacía escuchar voces y ver demonios. Según dijo, fueron esas voces maléficas las que le ordenaron matar al dueño de la casa. El juez de instrucción lo mandó a prisión provisional, comunicada y sin fianza como presunto autor de un delito de homicidio. Los resultados de las pruebas de ADN acabaron confirmando que los huesos encontrados en la vivienda eran los del casero de Habib.

La Fiscalía pide 14 años de cárcel

Una vez concluida la fase de instrucción y ordenada la celebración de juicio oral, la Fiscalía pidió para el detenido una condena de 14 años de cárcel por dos delitos, el de homicidio y otro de incendio en casa habitada. También solicitó una indemnización de 250.000 euros para la familia de la víctima: su viuda y sus cuatro hijos. En su escrito de calificación, el Ministerio Público relató que, meses antes del crimen, el fallecido le había cedido a Habib su casa de la calle de La Peña “por caridad”, sin cobrarle nada. Sin embargo, la relación entre ambos se fue deteriorando. El acusado empezó a acumular chatarra y a meter animales en el inmueble, y los vecinos de la zona se quejaron al dueño de la falta de higiene y de los malos olores que salían de allí. Aquella chatarra eran los tesoros a los que se había referido Habib en su declaración ante el juez instructor.

El acusado y la víctima discutieron varias veces, pero, de acuerdo al relato de la Fiscalía, acabaron haciendo las paces poco antes del homicidio. De hecho, Habib invitó a su casero a comer a la vivienda de la calle de La Peña el primer día de febrero de aquel 2019. Sin embargo, por motivos no aclarados en el escrito del Ministerio Público, volvieron a discutir. Habib, según aquella versión de los hechos, no mató a la víctima a martillazos, sino de un golpe en la cabeza con una maceta de obra. Trasladó el cadáver al corral de la casa, le puso encima prendas de ropa viejas y mantas y les prendió fuego. Después, puso pies en polvorosa. La acusación particular, ejercida por los familiares del fallecido, pidió para él un castigo de 25 años de cárcel por un delito de asesinato. Es decir, consideraba que el crimen había sido premeditado.

Juicio en la Audiencia de Jaén: “demonios” en la cabeza

El juicio, con jurado popular, se celebró en noviembre de 2020 en la Audiencia Provincial de Jaén. Habib, a través de una intérprete, repitió en la sala de vistas su insólito relato de lo ocurrido. Después de ocho años de amistad con su casero y su familia, dijo, el fallecido le había echado un mal de ojo y había practicado con él brujería. A raíz de ello empezaron a aparecer “demonios en su cabeza”, según publicó Europa Press. De acuerdo al acusado, el 1 de febrero de 2019 ambos discutieron por culpa de unas “piedras de diamante” que la víctima le había regalado, en teoría, para que pudiera librarse de aquella maldición. Por eso acabó golpeándolo en la cabeza con la maceta. Cuando las partes y los miembros del jurado le preguntaron por qué lo hizo, no supo dar ningún motivo, aunque sí aseguró que nunca había pensado en matar al casero. “Era el destino de Dios y pasó lo que pasó. Estaba escrito”, se limitó a señalar.

Habib M. pide perdón en el juicio en la Audiencia de Jaén a través de una intérprete.
Habib M. pide perdón en el juicio en la Audiencia de Jaén a través de una intérprete. / Europa Press

Su abogado pidió su libre absolución. Sostenía que Habib sufría un trastorno mental transitorio cuando perpetró el crimen, por lo que pidió al jurado que fuera “justo y clemente”. Sin embargo, los peritos forenses que declararon durante el juicio rechazaron la idea de que el acusado pudiera sufrir o haber sufrido cualquier tipo de trastorno o de enfermedad psiquiátrica. Esos mismos profesionales ya habían descartado esa posibilidad cuando entrevistaron a Habib tras su detención en 2019.

El veredicto final

Antes de conocer el veredicto, el procesado pidió perdón a la familia de la víctima y dijo estar “muy arrepentido” por todo lo ocurrido. El jurado lo consideró culpable de los dos delitos de los que le acusaba la Fiscalía: homicidio e incendio en casa habitada. En su posterior sentencia, la Audiencia de Jaén lo condenó a pasar 13 años y medio en la cárcel -12 años y medio por el primer delito y uno por el segundo-. También lo obligó a pagar casi 21.000 euros por los daños ocasionados a la casa incendiada y, por otro lado, a indemnizar con 90.000 euros a la viuda y con 60.000 euros a cada uno de los cuatro hijos del fallecido, 330.000 euros en total. Finalmente, se le prohibió entrar en Martos y comunicarse con los familiares de la víctima durante 10 años una vez cumpliera su condena de prisión.

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