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El pitt bull Rocky ya sonríe después del hachazo que casi le quita la vida en Guarromán

Rocky, en una imagen reciente sonriendo; a la derecha, la amplia cicatriz fruto de la segunda operación.

Rocky, en una imagen reciente sonriendo; a la derecha, la amplia cicatriz fruto de la segunda operación. / The Animal's Home

El nombre de Rocky se asocia normalmente a la fuerza, a la perseverancia, a la resistencia. La influencia del celuloide estadounidense tiene mucho que ver en ello. El personaje del mítico boxeador creado y encarnado por Sylvester Stallone, El potro italiano, demostró al mundo que, si a uno se le presenta la oportunidad de su vida entre un millón, ha de hacer todo lo posible por aprovecharla. No es casualidad, por tanto, que las voluntarias de la asociación linarense The Animal’s Home bautizaran así al pequeño pit bull terrier que, desde hace tres semanas, pelea por salir adelante después de haber sobrevivido a una agresión del que puede llegar a ser el más cruel animal sobre la faz de la tierra: el ser humano.

El pasado 21 de octubre, el teléfono de Lara Martínez empezó a sonar como tantas otras veces. Como vicepresidenta del colectivo The Animal’s Home, es habitual que la llamen alertándola de que alguien ha encontrado a algún perro abandonado o herido en el campo o en la calle. Como no pudo cogerlo, aquel día también le llegaron varios whatsapps. Y Lara no tardó en darse cuenta de que este aviso era más grave que los habituales.

En el paraje de Puente Collado, en el municipio cercano de Guarromán, una chica había visto a un pit bull tiritando de dolor en mitad de un riachuelo y sangrando por la cabeza. “Ella pensaba que tenía un tiro”, explica a Jaén Hoy Lara, que no dudó en subirse al coche y poner rumbo a Guarromán, recoger al can herido y llevarlo, rauda, a un veterinano.

“Al limpiarle la sangre, vimos que tenía varias heridas, es decir, que no le había disparado”, concreta. La intervención quirúrgica de urgencia relevó el posible origen de las lesiones: “Tenía un agujero prácticamente vertical justo donde se unen la cabeza y el cuello, y se habían seccionado músculos y venas importantes. Seguramente se lo hicieron con un objeto duro, como un pico o un hacha”, detalla Lara.

Dos días durmiendo tras la agresión

El perrito, de unos 5 o 6 años, abrió los ojos después de casi dos días enteros durmiendo. Tenía la cabeza muy inflamada y estaba muy débil por toda la sangre que había perdido. De microchip, ni rastro. Pero sus ganas de vivir parecían abrirse paso entre tanto dolor. Fue entonces cuando las voluntarias decidieron llamarlo Rocky.

Rocky descansa después de su primera intervención de urgencia, a finales de octubre. Rocky descansa después de su primera intervención de urgencia, a finales de octubre.

Rocky descansa después de su primera intervención de urgencia, a finales de octubre. / The Animal's Home

Aun sin fuerzas para caminar, el pit bull empezó a comer y dio negativo en el primer test completo de enfermedades al que lo sometieron. Sin embargo, cuatro días después del rescate, los resultados de los análisis de Rocky no trajeron buenas noticias. Además de sufrir anemia, algo que las cuidadoras daban por hecho, el can también tenía el hígado afectado fruto de un posible envenenamiento, y el daño muscular y esquelético que había sufrido era mucho mayor del previsto: los niveles en la sangre de creatina cinasa, una proteína que se dispara cuando hay graves lesiones en este sentido, multiplicaban por cien el valor máximo de los umbrales de la salud.

Gracias a medicación intravenosa que recibía y a los mimos de veterinarios y voluntarias, Rocky fue mostrando poco a poco más síntomas de recuperación hasta el punto de que volvió a caminar seis días después de su operación. 

Sin embargo, el pequeño fajador pronto tuvo que enfrentarse a otro revés: el antibiótico dejó de hacerle efecto y su herida comenzó a supurar. Aunque le drenaron la zona afectada, Rocky no pudo evitar el quirófano de nuevo. El 5 de noviembre, hubo que volver a operarlo de urgencia para limpiarle en profundidad la herida y ponerle dos drenajes. Además, se incorporó un nuevo antibiótico a su medicación diaria. Cuatro días más tarde, el perro ya había experimentado una notable mejoría no sólo física, sino emocional: tras dos semanas de tratamiento, comenzó a mover la colita.

Hoy Rocky aún permanece ingresado y, aunque sigue quemando etapas hacia la recuperación completa, todavía no está fuera de peligro. Los gastos por el ingreso, las operaciones y la medicación ya ascienden a unos 2.000 euros, y por ello desde The Animal’s Home dan las gracias de antemano a aquellos que se prestan a echarles un cable monetario a través de la cuenta bancaria, los números de móvil -vía Bizum- y la cuenta de PayPal que comparten en cada uno de sus posts en redes sociales. Lo cierto es que el caso del pitt bull de Guarromán despertó gran interés a nivel incluso nacional. No en vano, el partido animalista Pacma lo denunció públicamente.

Mientras tanto, Rocky se mantiene firme en su lucha silenciosa. Su sonrisa demuestra que sigue aferrado a la vida gracias a la oportunidad que le han brindado los veterinarios y las voluntarias de The Animal’s Home. Una sola oportunidad entre un millón.

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