El cierre del restaurante Bomborombillos de Jaén contado en primera persona: “Hemos cubierto un ciclo”
El cierre de Bomborombillos pone fin a diez años de cultura y gastronomía en Jaén. “Cerrar ahora era aterrizar”, explica su gerente Joaquín Machuca en una despedida muy personal
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Para muchos, el Bomborombillos es ese reducto cultural y gastronómico que ofrecía buenos momentos entre exposiciones, conciertos en horario de vermú, tapas y comunión entre las decenas de clientes que cada día tenían este local de la calle del Pintor Carmelo Palomino 12 su lugar de reunión habitual.
Más adelante, con la llegada del Covid 19, la pandemia obligó a virar el negocio hacia otros horizontes. Fue entonces cuando Joaquín Machuca y su equipo encontraron en el turismo gastronómico una gran baza que se ha mantenido en el tiempo. Hasta ahora. Y es que diez años de historia dan para mucho, y siempre con algo en común: sus clientes se convertían en prescriptores.
Joaquín Machuca habla con Jaén Hoy para explicar el motivo que le ha llevado a tomar una de las decisiones más dolorosas de su vida: cerrar el negocio cuando cumplía su décimo aniversario. Así, el jueves 18 de diciembre saltaba en redes sociales la noticia con un comunicado que rezaba: “Queridas/os amigas/os: Lamentamos comunicaros que, a fecha 31 de diciembre, por diversas razones, cerramos definitivamente las puertas al público. Ha sido un placer soñar con vosotras/os. Gracias por todas las emociones que nos habéis hecho sentir. Si os apetece probar por última vez nuestra propuesta, estaremos deseando veros”.
Un modelo de negocio cambiante
“La pandemia fue el punto de inflexión que nos obligó a cambiar el discurso y a reprogramar el modelo, teniendo en cuenta las limitaciones de espacio y las normas impuestas por la autoridad sanitaria. En un lugar cuya esencia es la socialización, el contacto y la cercanía entre personas, aquello supuso un reto enorme”, explica el gerente de Bomborombillos.
Por si las consecuencias para el negocio que el Covid trajo consigo fueran pocas, este año que ya toca a su fin no ha ayudado a conservar la esperanza. “El 2025 ha estado lleno de sobresaltos. No podemos olvidar el Bomborombillos es un negocio, y como tal debe ser sostenible. Durante la Navidad de 2024 ya se percibió un descenso en las ventas y, a lo largo de 2025, esa tendencia se fue acentuando. A ello se suma mi situación actual de salud y, además, tengo dos niñas pequeñas con las que quiero pasar más tiempo”, sostiene Machuca.
Ahora, ha llegado el momento de soltar amarras. “Se cumplen diez años desde que abrí, quizá sea el momento de aterrizar. Hemos cubierto un ciclo”, alega.
El gerente del afamado restaurante jiennense no puede dejar de agradecer a todo el que ha pasado por su local. También rememora ese inciso que fue la pandemia, aunque su filosofía no ha cambiado desde el momento en que comenzara su andadura hace ahora diez años: “Yo no quería abrir la puerta, poner una pizarra con cuatro platos y esperar a ver si la gente entraba. Creía que tenía que distinguirme de la competencia que tenía alrededor”, cuenta, y añade que “en realidad, el público objetivo al que nos dirigimos no es masivo, y sigue sin serlo. Y eso es positivo, porque permite conservar la autenticidad y evita la masificación turística”.
Un espacio cultural
Desde las sesiones vermú con artistas como el madrileño Kike Orduña, quien ofreció tanto un concierto como una exposición de arte dentro de la programación del festival Underblues a otras como las de las fotografías de Ricardo Bautista y otros artistas, Bomborombillos se ha distinguido siempre por una sensibilidad especial hacia la creación artística. “A mí siempre me ha interesado profundamente la cultura, la música, la fotografía, el arte en todas sus formas, y quise recoger todas esas inquietudes en un mismo lugar. La idea era crear un espacio sensible; sensible no solo a las manifestaciones culturales, sino también a los momentos solidarios”, relata Machuca.
Se refiere a iniciativas como la del calendario solidario ‘El valor de ser mujer’, cuya recaudación se donaba al Comedor de San Roque y asociaciones con capacidades mentales diferentes.
Una amiga decía “no te olvides de que somos guerreros. Y ahora hay que buscar otra arena para guerrear”. Sin embargo, tanto a Joaquín Machuca como su equipo no los perderemos de vista, ya que continúan en activo con su proyecto de restauración paralelo La Perra Catusa, en la calle Maestra 11.
Mientras tanto, quienes todavía no hayan conocido las bondades culinarias y personales que Bomborombillos ha ofrecido a lo largo de toda una década, así como los que recuerdan con cariño sus sobremesas en este espacio gastronómico, todavía pueden visitarlo hasta el 31 de diciembre.
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