
Cuerda Desatada
Pilar Vera
Pam & Liam
En tránsito
últimamente he oído a varias personas, por lo general cultas y bien informadas, que ya no quieren ni oír hablar de política. Es como si la política les produjera una especie de rechazo físico, algo así como una indigestión o una migraña recurrente. Y hablo de personas que tenían muy buen criterio y que solían informarse a fondo sobre los asuntos más importantes de la actualidad. Gente, por ejemplo, que estaba al corriente de las maquinaciones del ministro Bolaños para controlar la Justicia o que seguía las negociaciones para establecer el vergonzoso cupo catalán. Pero todo eso parece que ya se ha acabado. Esa gente que vivía conectada a nuestra vida política casi las veinticuatro horas ha decidido desconectar, ya sea por hartazgo, por fastidio o por desesperación. “Hay que estar loco para seguir la política española”, me dijo una de estas personas. “Si no eres un cínico o un canalla –me dijo otra–, es imposible interesarse por nuestra desastrosa vida política. Al final lo acabas pagando con tu salud o con tu estabilidad mental. Es mejor olvidarse y que sea lo que Dios quiera”.
Ya ven cómo están las cosas. Y me he acordado de estas personas que han decidido olvidar la política cuando me he enterado (soy testarudo, lo sé) de los tejemanejes del ex ministro Montoro o del rechazo al decreto antiapagones que había presentado el PSOE en el Congreso. Lo del ex ministro Montoro, que instauró una especie de Gestapo fiscal con métodos gansteriles, es una de esas noticias que te revuelven el estómago. Hace ya tiempo, un asesor fiscal me habló en tono críptico de estas cosas, así que andaban de boca en boca entre los círculos profesionales. Pero los demás hemos tardado ocho años en conocerlas, lo que demuestra cómo funcionan las cosas en este desdichado país. Y peor aún es saber que Montoro usaba su poder para castigar con inspecciones fiscales a los periodistas incómodos. Es algo tan vergonzoso, tan repugnante, que uno se pregunta cómo diablos hemos podido tolerar estas cosas sin enterarnos de nada. Y lo peor de todo es que no hay ninguna evidencia de que las cosas hayan cambiado. En fin, lo mejor será olvidarse para siempre de la política. Y que sea lo que Dios quiera. O el diablo, mejor dicho.
También te puede interesar
Cuerda Desatada
Pilar Vera
Pam & Liam
Viva Franco (Battiato)
Un toro con dos cojones
Por montera
Mariló Montero
Maravilla
La ciudad y los días
Carlos Colón
Europa, vieja gloria