José Joaquín León

Inmigración, miedo y odio

Las dos orillas

20 de julio 2025 - 03:13

En el discurso del odio, y en el miedo a los otros, coinciden la extrema derecha y la extrema izquierda. Es decir, los que siembran el miedo y el odio para construir autoritarismos o totalitarismos. Por el contrario, la democracia se basa en la libertad, en la primacía de unas leyes justas y en la seguridad para garantizar los derechos. El socialismo y la socialdemocracia, como la democracia cristiana, el liberalismo y los conservadores, participaron en la construcción democrática de Europa en el siglo XX. No así el fascismo, ni el comunismo. Y eso también influye en la inmigración.

La prosperidad de Europa y EEUU está edificada sobre la inmigración. En lo referido a España, en tiempos de Franco aportó emigrantes a los países ricos de Europa. Ahora siguen saliendo jóvenes hacia otros países. No sólo para empleos cualificados y con salarios mejores. Pero, a la vez, tenemos una inmigración que llega para cobrar salarios bajos en trabajos que los parados españoles no asumen. Esa inmigración de pobres es vital para la economía española y andaluza. Por lo demás, no sólo vienen moros y negros, como dicen algunos racistas. También miles de hispanoamericanos, lo que no ocurre en Francia, por ejemplo. En Madrid viven más de un millón de personas que han nacido en un país de América de lengua española. Muchos son cristianos.

Por eso, cuando dijeron los de Vox que había que expulsar a más de ocho millones de inmigrantes planteaban una gran injusticia, además de que no hay tantos en situación irregular. Y cuando Abascal habló de expulsar a los de religiones raras, o algo así, estaba sonando a la Inquisición y las cruzadas.

Es cierto que los inmigrantes que vienen a trabajar deben ser integrados en la cultura de la Europa libre, y que algunas costumbres son humillantes para las mujeres y no se pueden asumir. Pero la inmigración se debe regular con rigor, con mesura y sin tópicos. Siguiendo las pautas europeas, y adaptadas a la realidad de España. Con la puerta abierta, pero con portero.

En el otro extremo, la ultraizquierda critica que vengan turistas y extranjeros de clase media y alta a residir en España, con la excusa de que inflan el precio de la vivienda. También es xenofobia y racismo. Todos son hijos de Dios. Unos odian a los extranjeros pobres y otros a los extranjeros ricos. Igual que en el siglo pasado. Quizás porque unos son fascistas y otros comunistas.

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