Noelia, titulitis y demagogia

La ciudad y los días

26 de julio 2025 - 03:13

Es un misterio por qué Noelia Núñez se ha cargado, mintiendo sobre sus titulaciones, su veloz carrera política. Se ha paseado por todas las televisiones pidiendo perdón por su “error” –se le concede porque, cosa rarísima en este país, ha dimitido de todos sus cargos– pero sin explicar por qué lo hizo. No le aportaba nada, no mejoraba su situación en el partido, no le daba prestigio político, no confería mayor autoridad a sus opiniones.

Su caso, además de añadir un poquito más de árnica a un PSOE que debería canonizar a Montoro por el milagro de permitirle igualarse por abajo con el PP –corrupción de muchos, consuelo de todos–, ha desatado la polémica de la titulitis y recordado o desvelado, en el PSOE y el PP, casos de títulos inexistentes, másteres fantasmas, tesis plagiadas y otras mañas académicas que solo han provocado, además de la de Noelia Núñez, una dimisión: la de Carmen Montón, la ministra de Sanidad del primer Gobierno de Sánchez que dimitió en septiembre de 2018 por plagio y falsificación de notas en su máster. Eso sí, no sin contraprestación: en marzo de 2020 fue nombrada Embajadora Observadora Permanente de España ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington. En todos los otros casos se han “corregido” los “errores” –siempre tras ser descubiertos, por supuesto– y no ha pasado nada.

El caso de Noelia ha servido para que Yolanda Díaz añada más créditos a su abultado currículo demagógico. Le preguntaron en la SER si un político debe dimitir por mentir en el currículum y contestó que “mentir no es correcto”, pero que el actual debate sobre las titulaciones “es de clase”, un prejuicio clasista que le parece “horrible”. Además de confundir titulitis y formación, añadió esta perla: “Me encantaría que tengamos un ministro, una ministra que sea, no sé, una limpiadora, un albañil… Porque me parecería que esto es un país maravilloso”. Comentario tan clasista, además de demagógico, como la titulitis que pretende rebatir. No es lo mismo una concejalía o una alcaldía que un ministerio. Un país maravilloso es aquel en el que nadie con talento sea marginado de la educación por sus orígenes humildes y así pueda desempeñar las más altas responsabilidades. Como ha sucedido en Estados Unidos desde Lincoln a Carter, hijos de humildes granjeros.

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