El PSOE batalla contra sí mismo

14 de diciembre 2025 - 03:09

El PSOE libra una terrible batalla contra sí mismo frente a un espejo cóncavo que le arroja al rostro sus deformidades. Las denuncias de índole sexual han dejado a la militancia en shock. El cóctel de poder, dinero y acoso no puede ser más explosivo. Los militantes apenas aciertan a preguntarse qué clase de indeseables estaban al lado de Sánchez. Los guardianes de la política decente resultaron los más indecentes. El partido no ha logrado frenar los desmanes del Gobierno, sencillamente, porque no existe. Ni el chantaje independentista, ni la corrupción le hicieron reaccionar porque carece de voz propia. El militante sólo se alimenta del populismo que clama contra la derecha reaccionaria, aunque muchos sospechen que detrás del ruido no hay nada. Han tenido que estallar las denuncias contra Paco Salazar y compañía para que todo salte por los aires. No hay palabras para describir tanto atropello a la dignidad y cada día más socialistas confiesan en privado sentir “asco”.

El PSOE andaluz ha sido el más perjudicado y aún no ha terminado el ajuste de cuentas interno. Los más leales temen que el proyecto de María Jesús Montero, enviada a Andalucía a una misión (casi) imposible, sea olvidado antes de ser recordado. La detención de Vicente Fernández por presuntos amaños en la SEPI les ha dejado petrificados. Quien fuera su colaborador de confianza, despechado tras tener que dejar la Sociedad Estatal por el caso Aznalcóllar, del que quedaría absuelto, de la noche a la mañana cayó en la red corrupta de Cerdán y la fontanera Leire Díez para acabar detenido. El fin de ciclo parece cercano y ya se afilan los cuchillos más pensando en el día después que en las inminentes batallas electorales. La misma militancia que sucumbía a los encantos de la música trepidante y radical contra el PP y Vox hoy se siente abatida al comprobar que el PSOE, que tanto presumía de igualdad y feminismo, ha protegido antes a los borrachos de poder que a las víctimas. El hedor que desprenden las cloacas del partido es insoportable. Y muchos socialistas empiezan a pensar que a Sánchez sólo le queda asomarse al balcón y tocar el arpa para contemplar cómo se desintegra todo a su alrededor, viendo pasar los toros uno tras otro como don Tancredo: quieto parao, mientras el cuerpo aguante. Como sugiere Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón en sus memorias, en ciertas ocasiones es preciso marcharse y dejar paso, bien para poder regresar, bien al menos para no borrar el sentido de haber estado.

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