La basílica de San Ildefonso donde está enterrado Andrés de Vandelvira: “el templo más bello de Jaén después de la catedral”

Descubre la Basílica de San Ildefonso, joya gótica y renacentista donde reposan los restos de Vandelvira y se venera a la patrona de Jaén, la Virgen de la Capilla

San Ildefonso: un barrio de Jaén con cuatro Estrellas Michelin

Puerta lateral de la basílica menor, que da a la plaza de San Ildefonso. / Paz Madrid

La Basílica menor de la Sacra Iglesia Parroquial de San Ildefonso no solo es uno de los templos más antiguos de Jaén, sino también uno de los más queridos. Levantada en el primitivo arrabal del mismo nombre, fuera del recinto amurallado musulmán, fue erigida en 1248 como capilla al servicio de la catedral. Con el paso de los siglos, el barrio creció, la iglesia se amplió y la historia se entrelazó con la devoción, la leyenda y el arte.

Dos siglos después de su fundación, en la madrugada del 10 al 11 de junio de 1430, se produjo un acontecimiento que marcaría para siempre la identidad religiosa de la ciudad: el Descenso milagroso de la Virgen María a Jaén. A partir de entonces, la capilla se transformó en santuario y más tarde en una basílica monumental, considerada hoy el segundo templo más importante de la ciudad, solo por detrás de la Catedral de la Asunción.

El lugar donde descansa Andrés de Vandelvira

Pocas iglesias de España pueden presumir de custodiar los restos de uno de los arquitectos más brillantes del Renacimiento. En su cripta reposan los de Andrés de Vandelvira (1505–1575), el genio que diseñó las catedrales de Jaén y Úbeda y cuyo legado marcó el esplendor artístico de la provincia. Su tumba, situada discretamente bajo el suelo de la basílica, convierte el templo en un lugar de peregrinación no solo espiritual, sino también cultural.

“Una basílica impresionante. Donde se cree que está enterrado el artista Andrés de Vandelvira”, escribe Pilar Esteban Ruiz en una reseña de Google. Esta conexión directa con el gran maestro jiennense empodera el vínculo entre San Ildefonso y el patrimonio renacentista universal que hoy define a Jaén, Úbeda y Baeza como destinos excepcionales.

La patrona de Jaén: la Virgen de la Capilla

El corazón espiritual de la basílica es, sin duda, la Capilla de la Virgen de la Capilla, patrona de Jaén. Según la tradición, fue precisamente ella quien descendió del cielo aquella noche de junio de 1430. La imagen gótica que se venera hoy —popularmente conocida como la “Virgen de las Uvas” por el racimo que el Niño ofrece a su madre— se encuentra en un retablo barroco del siglo XVIII, obra de Pedro Duque Cornejo, y custodiada por una monumental rejería.

“Donde está situada la patrona de Jaén, la Virgen de la Capilla. Tiene en los sótanos unas catacumbas y una Casa-Museo”, recuerda Pilar Torres, destacando la riqueza oculta bajo el templo.

Cada 11 de junio, Jaén celebra su festividad con flores, procesiones y el fervor popular que convierte la plaza de San Ildefonso en un mar de promesas y devoción.

Arquitectura: una mezcla de estilos que sorprende

La Basílica de San Ildefonso es un compendio de estilos y épocas. En su evolución se lee la historia de la ciudad. Los muros más antiguos, en el lado norte y este, conservan restos del templo original y la portada gótico-isabelina labrada por Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, adornada con sus blasones y un mosaico de Santiago Pedrós que representa el Descenso de la Virgen.

El muro norte luce una portada renacentista atribuida a Francisco del Castillo “El Mozo”, con estípites antropomórficos que simbolizan la abundancia y un relieve central de la ‘Imposición de la casulla a San Ildefonso’. Más tarde, en el siglo XVIII, Ventura Rodríguez diseñó la fachada neoclásica occidental, ejecutada por Francisco Calvo, que introduce la monumentalidad clasicista con columnas compuestas y un frontón triangular coronado por la figura de San Ildefonso.

Detalle de la portada renacentista de San Ildefonso. / Paz Madrid

“Por su portada renacentista, su talla de la Virgen de la Capilla y su Cristo de la Vera Cruz… Tómate tiempo para admirar las preciosas vidrieras de la Imposición de la casulla”, recomienda Nieves, que invita a detenerse en los detalles.

Una devoción viva y un patrimonio en movimiento

Convertida en Basílica menor el 9 de junio de 2010 por decreto del papa Benedicto XVI, San Ildefonso refuerza hoy su papel como eje espiritual y patrimonial de la ciudad. La misa de acción de gracias celebrada el 14 de noviembre de 2010, presidida por el cardenal Antonio Cañizares, marcó el reconocimiento oficial de siglos de fe y arte.

“Una de las cuatro basílicas que tenemos en la provincia de Jaén… Simplemente espectacular”, resume Josué Sánchez Jiménez. “Es una de las parroquias más antiguas de Jaén y Basílica Menor, donde se encuentra la Patrona de la ciudad; el 11 de junio es su festividad”, apunta Pedro García.

La basílica no solo conserva el alma religiosa de Jaén, sino que forma parte de su pulso urbano. El entorno de la Plaza de San Ildefonso, con terrazas, cafés y pequeñas tabernas, invita a conocer la historia y la gastronomía jiennense.

Tiene una pequeña plaza muy bonita, con zonas de comida y bebida donde acude la gente joven. Un buen sitio turístico… Recomiendo ver”, señala Alberto Borre, que describe el ambiente del barrio como una extensión natural del templo.

Un templo que asombra por dentro

El interior de San Ildefonso sorprende a quienes lo visitan por primera vez. La luz tamizada por las vidrieras, el sonido de las campanas, el aroma a incienso y piedra vieja, y el brillo del mármol crean una atmósfera solemne, casi mística.

“Te sorprenderá al verla por dentro. Retablos increíbles e imágenes para venerar… Me alegra haberla podido contemplar”, escribe Carlos, uno de los muchos visitantes que quedan cautivados por la belleza del conjunto. “Sin duda, detrás de la Catedral, es el templo más bello de Jaén… merece la pena visitarlo”, añade Alejandro Muñoz Illescas.

Entre la historia y la leyenda

Más allá de su arquitectura, la Basílica de San Ildefonso es un lugar donde la historia y la leyenda se entrelazan. El Descenso de la Virgen, las catacumbas bajo el templo, la Casa de la Virgen, los escudos episcopales que jalonan sus muros o la Cabeza del Ladrón tallada sobre un contrafuerte, alimentan el imaginario local.

Cada rincón guarda una historia: desde los fósiles en los altares hasta los mantos bordados en oro de la Virgen de la Capilla. Entre ellos, destaca uno con siete kilos de metales preciosos que combina oro y plata, grabado con los escudos de Jaén, de la Cofradía y de varios obispos.

Pocas construcciones ofrecen una síntesis tan completa de arte, espiritualidad y patrimonio. Por eso, para muchos jiennenses y viajeros, la frase que mejor la define sigue siendo la de Alejandro Muñoz, que escribió en Google: “Detrás de la Catedral, es el templo más bello de Jaén.”

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