Me estreno en esta tribuna con una circunstancia que forma parte de mi trayectoria vital. Soy padre de una persona con discapacidad intelectual, y estoy muy orgulloso de ser testigo y de poder admirar, tan de cerca, los progresos de mi hijo desde su nacimiento. Sus pasos, para los que desconocen esta realidad, pueden parecer lentos e insignificantes. Pero para mí, que me siento tan privilegiado por tenerlo cerca y haberme hecho más sensible a la realidad que me rodea, más empático con las personas que tienen dificultades de todo tipo, más esperanzado con alcanzar las pequeñas metas del corto plazo o, simplemente, más capacitado para valorar con más intensidad todo lo maravilloso que me ocurre, es una fuente inagotable de estímulos diarios.

Y a estas personas, que por su diferencia tienen capacidades diferentes respecto a la mayor parte de la población, nuestra Carta Magna, redactada en 1978, cuando la sensibilización hacia estas personas apenas existía, cuando en la mayor parte de los documentos y escritos de esas décadas, se les interpelaba como “subnormales”, ahora se ha conseguido incluirlos en la Ley de leyes con una definición mucho más real, recociendo su circunstancia y valorando su titánico esfuerzo diario. Porque estas personas tienen los mismos derechos que el resto de ciudadanos. Porque a estas personas, de conformidad con el artículo 1 de la Constitución, que manifiesta que España es un Estado Social, es justo garantizarles especialmente el ejercicio de sus derechos. Porque ese Estado Social tiene que blindar su plena autonomía personal y su inclusión social, ya sea educativa, asistencial o laboral. Y abrazar especialmente el amparo hacia mujeres y menores con discapacidad. De todas las modificaciones realizadas, es la primera reforma constitucional con calado plenamente social que, aunque con muchos años de retraso, ha terminado por reconocer a estas personas como un pilar fundamental de nuestro Estado de Derecho.

Justo reconocimiento y justa necesidad para hacernos más solidarios, en unos tiempos tan crispados como los actuales. Cuando hace unos pocos años estudiaba la Constitución para acceder a un puesto en la Agencia Tributaria, pasaba por este artículo 49 con suma tristeza. Aunque aún queda mucho por hacer, en todos los ámbitos, para normalizar la vida de las personas con discapacidad, a partir de la publicación en el BOE, volveré a este artículo con mucho agradecimiento y reconocimiento.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios